Eras un dios, lo recuerdo: de una noche a otra, en una esquina de mi cuerpo, escribiste tu deseo, en un pliegue de mi piel, grabaste una oración y en la espesura de mi cabello dejaste tu memoria. Olvidaste, mas no yo… Pero lo que viene después se le llamó Historia.
No hay voces en tu destierro, sólo la calle de rostros cubierta, la noche es apenas una franja de luz láctea. enloqueces ante la prohibición del papel y la tinta, la mutilación de tu lengua materna, sólo te resta el viento que has de heredar...
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Un beso,