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Mnemosine

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Eras un dios, lo recuerdo: de una noche a otra, en una esquina de mi cuerpo, escribiste tu deseo, en un pliegue de mi piel, grabaste una oración y en la espesura de mi cabello dejaste tu memoria. Olvidaste, mas no yo… Pero lo que viene después se le llamó Historia.

Destino I

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No hay voces en tu destierro, sólo la calle de rostros cubierta, la noche es apenas una franja de luz láctea. enloqueces ante la prohibición del papel y la tinta, la mutilación de tu lengua materna, sólo te resta el viento que has de heredar...

Mímesis

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He decidido camuflajearme en tu deseo, sintetizarme en el aroma de tu piel, esconderme en tu sangre sembrada de dragones, asimilar la dulzura de tu saliva, mezclarme en tí: así podré tenerte cuando quiera

Desencanto

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Busqué la luz en tus ojos, sólo encontré el desencanto, ví la humedad que dormía abrazada a tus párpados...

Triquiñuelas para matar el ocio y atraer a la musa

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a)Rociar la sombra de un hombre con nostalgia ( o si se prefiere la de una mujer, aunque no lo recomiendo, suelen llorar pétalos azules) b)Atender una canción triste como si se tratara de un perro moribundo c)Acariciar lentamente tu ego mientras te ves al espejo d)Entrecerrar los ojos cuando pase un viento ligero (procure que este momento no le llegue cuando vaya cruzando una calle muy transitada) e)Leer l-e-n-t-a-m-e-n-t-e la etiqueta de una lata o un frasco en el mercado, pensando en cada uno de los ingredientes que contiene y luego sonreir como idiota f)Caminar descalzo, en el trabajo... ("sí, permítame un momento, deje que me sacuda los pies, no se fije en mi uña enterrada") g)Respirar profuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuunnnnnnnnnndo y aguantar un minuto con los ojos cerrados imaginando un triciclo rojo con ruedas blancas. h)Sumerjir el rostro en una bandeja llena de agua tibia mientras se conjuga el verbo ser en todos los tiempos posibles (al final logras ver una luz muy

Amo a To

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Cazadores

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Si logro cazar un sueño colgaré sus colmillos a tu cuello...

Para Fernando

DÍA 1 Y apareciste en el dí­a y me tocaste para persuadirme de la noche aquella. De la pasada noche traías aún como un rescoldo de brasas y un hielo de lágrimas sin fuerzas. "Háblame" - pediste, en principio. Y luego: "¿Por qué me amas?" Y yo dije: "Por tus pies descalzos". Francisco Tario. Breve diario de un amor perdido.